¿Estás dispuesto realmente a salir de aquí?

Preguntarte con honestidad es el primer paso para comenzar.

Armarnos con todo lo que necesitamos para emprender este viaje muchas veces no resulta fácil, entre otras cosas, hemos de estar dispuestos a hacernos las preguntas adecuadas y estar atentos para escuchar la respuesta honesta y sincera que nos ayudará a marcar el rumbo.

Esta es para mí una de esas grandes preguntas, esas de las que el día que somos capaces de hacérnosla con total sinceridad… escuece.

Generalmente, cuando estamos atravesando un momento que se ha convertido en tiempo de dificultad económica y queremos salir de ahí, sin duda la respuesta sería ¡SI!, haré lo que sea necesario, además con ese añadido de convencimiento.

Nuestra parte más racional entra en acción para convencernos de que sí, de que estamos dispuestos a hacer todo lo que sea necesario, para dentro de poco darnos cuenta de que algo no funciona, aparecen todas nuestras resistencias  y abandonamos.

Encontramos muchas excusas y razones de por qué lo hemos dejado, en el fondo está latente el miedo a sentirnos privados de cualquier modo de disfrutar y vivir hasta que no hayamos alcanzado nuestro propósito de liberarnos de las deudas, porque creemos no sería correcto y al final ese miedo nubla todo lo demás.

Esto nos ocurre porque tenemos tan arraigadas nuestras creencias de cómo tendríamos que actuar en estos casos que nos olvidamos de lo que nos va a llevar de la mano cuando aparezcan los momentos de dificultad, cuando nuestros hábitos y patrones aprendidos se hagan presentes y nos quieran hacer claudicar: nuestro corazón y sus necesidades más profundas.

Muchas veces nos negamos a escucharnos, pensando que si lo hacemos no tendremos la suficiente fuerza de voluntad para salir adelante, cuando es todo lo contrario y así entramos en un círculo de dureza y sacrificio que, en vez de allanarnos el camino, nos lo hace cada vez más cuesta arriba.

Creemos que, si damos espacio a otra forma de hacer las cosas, querrá decir que no estamos lo suficientemente comprometidos con nuestro propósito. Algo que no es cierto, nos identificamos con la idea de que, si no es desde ese sacrificio absoluto, nuestros pasos no tienen valor y no lo vamos a conseguir.  Dejamos de escuchar esa parte que nos pide paciencia, atención y cariño para abordar este camino sin esa dureza que no es para nada incompatible con alcanzar lo que realmente deseamos: Tomar las decisiones y hacer los ajustes necesarios por difícil que nos parezcan para salir de donde estamos.

Muchas veces tendemos a mirar hacia otro lado, se nos hace inmanejable la situación y así  retrasamos hacernos cargo y ganamos tiempo, lo único que en este caso conseguimos todo lo contrario, una bola más grande, más difícil de manejar y permanecer más tiempo en esta situación.

Necesitamos hacernos conscientes de que para avanzar en este viaje es necesario que nuestra mente y corazón vayan de la mano, que ponernos en camino pasa (dentro de otras cosas) por ser compresivos con nosotros mismos, somos nuestro mejor aliado en este proceso.

Si nos abrimos a nuevas posibilidades de hacer las cosas, nos encontraremos con que lo que antes nos hacía permanecer impávidos y estancados se convierte en un aliciente para dar los pasos que necesitemos para salir de aquí y pronto descubriremos que podemos tomar las decisiones y hacer los ajustes necesarios sin esa dosis de sufrimiento y dureza a la que hemos estado acostumbrados.

No se trata de tener que tomar decisiones fáciles, se trata de que las decisiones que tomes sean fáciles para ti.

 

¿Y tú, estás realmente dispuesto -a hacer lo que hay que hacer- para salir de aquí?

 

¡Nos leemos pronto!

Share This